Es aquí donde nació en París el arte de la mixología (inspirado por la clientela estadounidense).
Algunos espíritus malhumorados se ofenden por esta nueva tendencia, mientras que Francis Scott Fitzgerald y Zelda hacen de este nuevo lugar su punto de encuentro y atraen a todos "los americanos de París", quienes dan a conocer a los parisinos nuevas bebidas inéditas.
Curnonsky, el "príncipe de los gastrónomos", y Apollinaire discuten sobre cocina, mientras que Degas, ya casi ciego, a veces pasa por allí para disfrutar de finas burbujas de champán.
Ernest Hemingway cultiva su palabra.
Malraux, entre dos viajes y dos conquistas, lo convierte en su base de operaciones.
Picasso, ya conocido, y Dalí, artista principiante, se cruzan pretendiendo no reconocerse.
Los turistas disfrutan de licores raros e incluso prohibidos para algunos, durante la prohibición en sus países.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los artistas quieren vivir "más grande, más fuerte, más alto", convirtiendo a Saint-Germain-des-Prés y sus bodegas en el volcán ruidoso y parlante del mundo.
Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir son los abanderados y Boris Vian la bandera.
Jazz, whisky, moda "zazous" para provocar al burgués, la furia de vivir y amar marcan entonces, y para siempre, el barrio.
Cansados de ser mirados extrañamente, los intelectuales deciden esconderse del tumulto y la curiosidad de los periodistas y transeúntes, para establecerse en el Bar du Pont Royal, ubicado entonces en el sótano del hotel.
Las paredes aún recuerdan los debates sobre el Nouveau Roman, las tormentas después de las entregas de premios literarios, las derrotas y las victorias.
Aquí Francis, el legendario jefe de bar de la época, recibía los secretos de alcobas o alianzas.
Estas noches en blanco como el papel, o negras como la tinta, veían a nuestros héroes del verbo apostrofar de mesa en mesa. Se forjaban idilios, nacían odios.
El hotel, arriba, no se quedaba atrás y recibía a Miller, Elliot, Capote, Sartre, Camus, Chandler, Gary y otros que nuestra discreción nos prohíbe mencionar
Desde entonces, el Hotel Pont Royal ha sabido conservar toda su esplendor y su alma artística. Una posición fuerte que le permite ofrecer un entorno lujoso conservando su autenticidad transmitida con pasión y hospitalidad por los equipos.